La belleza se cuenta aun menos que la felicidad, nos comenta Simone de Beauvoir en La Plenitud de la Vida. De cierta manera, así es. Todxs nos hemos encontrado en algún momento de nuestra vida cautivados por una manifestación de la belleza que no supimos relatar. Y estoy convencida de que justo la belleza saca su fuerza de esta imprescriptibilidad.
Sin embargo, las diferentes disciplinas que se han interesado en la belleza nos aportan información valiosa para entender mejor cómo se construye nuestra relación con ella. Es interesante ver la evolución del concepto de belleza a través de los siglos, espacios geográficos y hasta entre diferentes categorías sociodemográficas.
Personalmente, lo que siempre me ha fascinado es la promesa contradictoria que contiene el deseo / la voluntad / la necesidad de sentirse bellx: por una parte, queremos corresponder a un ideal heredado de nuestro entorno social; por otra parte, queremos sentir nuestra individualidad, lo cual puede ocasionar tensiones entre grupos sociales y, sobre todo, entre generaciones.
Nuestras representaciones de la belleza no dejan de evolucionar
Prehistoria hasta Edad Media. Las representaciones de la belleza están basadas en la realidad biológica. Fertilidad y nubilidad moldean las Venus esculpidas que nos vienen del Paleolítico y las mujeres alabadas por los pintores medievales: pecho fuerte, cintura marcada, un poco de barriga. La belleza refleja el deseo de perpetuar la especie pero también es armonía, gracia de Dios, generosidad. Al mismo tiempo, tanto en la antigüedad como en el antiguo Egipto, se valora el esfuerzo para mantenerse sano, el ejercicio y el maquillaje.
Renacimiento. La belleza se aleja de la realidad humana para convertirse en un absoluto que corresponde a reglas precisas. Ya no se trata de individualismo o subjetividad sino de determinar una perfección física con proporciones matemáticas. Paradójicamente, eso permite que la mujer tenga un espacio de valorización en donde la posicionan como un ser superior aunque sigue sufriendo de muchas desigualdades.
Siglos XVII-XIX. La belleza es artificial. En las monarquías, la máscara está de moda, igual que el maquillaje, el perfume y los vestidos complicados. La identidad es plural y la belleza es una manera de reinventarse. Con las revoluciones, se empiezan sin embargo a valorizar las bellezas más naturales, campesinas, trabajadoras. Se termina el siglo XIX con un ideal de belleza que ciertos califican de sutil, otros hipócrita, por usar artificios para lograr una falsa naturalidad.
Siglo XX. Al inicio del siglo XX, las corrientes feministas promueven un relación al cuerpo simplificada, relajada, pensada pero en vista a una forma de libertad que pasa por el movimiento. Con el estallido de las guerras mundiales y las privaciones, el ideal de belleza se orienta nuevamente hacia las curvas, tratando de convivir con los valores feministas.
Hoy, la coexistencia compleja de las generaciones X, Y, Z
La generación X creció con una belleza feminista como herencia. Para las mujeres pero también para los hombres de esta generación, la compra del primer producto de belleza era casi un acto político. Se trataba para la mamá de transmitir la idea según la cual la belleza es poder y la imagen es el reflejo de valores fundamentales como la independencia y la autonomía.
El primer producto de belleza: ¿un acto político?
Las nuevas generaciones, y sobretodo la generación Z, buscan referencias en las redes sociales. Antes de que la mamá los pueda orientar, los más jóvenes de nosotros buscan referencias y modelos en Instagram, Snapshat o YouTube. Este cambio de paradigma va de la mano con una visión nueva de la belleza: hay tantas bellezas como personas y cada ser humano tiene que encontrar su propia belleza. Encontrarse a unx mismx es todo un arte, y la diversidad de los perfiles en las redes sociales permite ir inspirándose de lo que a unx le hace resonancia.
A esta generación se le califica a veces de Me generation, sugiriendo que es narcisista y que no se preocupa por los demás. Yo creo que esta generación es mucho más compleja que eso. De hecho, a veces se le califica de We generation, porque tiene una consciencia aguda de los retos medioambientales que el mundo está conociendo.
Yo veo en esta generación un equilibrio prometedor entre el sano egoísmo que cada unx requiere para recargarse las pilas y la noble apertura hacia el mundo que hace falta para que sigan llegando nuevas generaciones...
Me Moment
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